Un libro que salió el año en que naciste
Isabel Allende
Isabel Allende
Debolsillo
453 pp.
Yo nací en 1982, mismo año
de la publicación de un libro popular de la literatura latinoamericana y del
realismo mágico. Reconozco que dudé en ponerle un adjetivo a este libro,
¿Popular? ¿Clásico? ¿Maravilloso? ¿Sobrevalorado? Quizás lo más adecuado
sea imprescindible,
pues sea bueno o no, es un libro que merece leerse por el simple hecho de
representar la cultura latinoamericana (al menos como yo la veo), siempre
volando entre lo fantástico y lo real.
A pesar que he leído otros
libros de Isabel Allende (Paula, La suma de los días y Retrato en sepia), La casa de los espíritus es realmente diferente. No podría decir
que sea el estilo, pues sientes la pluma de Isabel Allende en la narrativa.
Quizás es solo la “magia” del relato.
En un principio me fue
difícil alejarme de la familia Buendía, sobre todo cuando el primer capítulo se
titula Rosa la bella (¿coincidencia
con Remedios la bella?) y te
encuentras con personajes como el tío
Marcos que parece tanto a una mezcla de Melquiades
y Aureliano. La idea de una copia
de mi libro favorito obligaba a mi sentido común a querer detestar La casa de los espíritus. Sin embargo,
conforme se avanza en la historia se va perdiendo ese lado fantástico para
enfocarse en la historia no solo de una familia, sino también de un país. Por
lo tanto, la idea de una copia de Cien
años de soledad se va olvidando poco a poco y se disfruta mucho el libro.
La casa de los espíritus es una historia que tiene sabor a recuerdo. Recuerdos de mi propia
infancia, pues gracias a este libro podría decir
que si toda historia tiene un comienzo, la mía sería en Pozos, Guanajuato en compañía de
mi abuela. Porque mi comienzo tiene color a tierra y sabor a polvo al igual que
el rancho Tres Marías.
Durante su lectura no solo
estuve acompañada de mis recuerdos, sino también de los libros que forman parte
de mi historia personal. Al leerlo volví a
pasearme por Macondo y el Estanque del patriarca. Me reencontré
con mi adorado Levine y sus problemas
del progreso del agricultor. Me replantee las preguntas de Tita y el papel de la mujer en la sociedad latinoamericana. Y lo
más importante regresé a México, con sus diferencias de clases sociales, su
lucha contra los políticos instaurados en el poder durante años, sus sueños de
una democracia real y sus miles de desaparecidos y muertos.
Los últimos capítulos son
simplemente maravillosos, llenos de historia y emoción. Tan fue así que comencé
a buscar sobre la historia en Chile y las últimas palabras de Salvador Allende mientras ocurria el golpe de estado.
A veces la realidad sobrepasa la ficción como en este caso.