En el 2016 leí dos libros de no ficción que me cambiaron la vida, El segundo sexo de Simone de Beauvoir y Una habitación propia de Virginia Woolf.
Ambos me impulsaron a asumirme como feminista.
El primero me confrontó a la realidad de la mujer a través de los siglos, a
su rol secundario en la vida y la sociedad. Me dejó claro que la “libertad” de
la mujer se ha ganado gracias al trabajo, que va acompañado de una
independencia económica. Pero también que aún queda mucho camino por recorrer
para lograr la igualdad de géneros. Mientras que el segundo me situó la mujer
en la historia de la literatura. En el por qué hay tan pocas mujeres que
escribían antes de 1900 comparado con los hombres. Curiosamente Virginia Woolf
llega a la misma conclusión que Simone de Beauvoir, lo que una mujer necesita
es tener su propio dinero… su habitación propia.
Justo después, en el 2017, salieron propuestas en (v)blogs por leer
únicamente mujeres, esto permitiría dar visibilidad a autoras olvidadas o no
reconocidas simplemente por el hecho de ser mujer. En ese momento expuse mis
ideas al respecto en mi entrada ¿Leer o no libros escritos por mujeres? En
aquél tiempo concluí que (1) el futuro de la literatura puede estar en manos de
las mujeres, (2) que sí se necesita dar más visibilidad a escritoras -principalmente en escuelas/universidades- y
(3) que no hay que dejarnos influenciar
por un libro simplemente porque está escrito por una mujer (discriminación
positiva). Lo que quiero decir con esto último, es que antes que todo hay que
permanecer objetivos en cuanto a la literatura.
Cuando hice un balance de mis lecturas del 2017 mi top 2 fueron mujeres, Doris Lessing y George Elliot. Virgina Woolf habla sobre George Elliot en Una habitación propia y se refiere a
ella como la menos “femenina” de la época. Con esto quería decir que escritoras
como las hermanas Brontë o Jane Austen describían un “mundo femenino” y es eso
lo que las hacía especiales. Porque los hombres no eran (¿son?) capaces de
adentrarse en el cotidiano de una mujer, en sus sentimientos, su forma de
pensar y sus inquietudes, como solo ellas pueden hacerlo. Mientras que George
Elliot escribió sobre este “mundo” desde una mirada lejana, además de
introducir sujetos de política, medicina, religión que eran propios a los
hombres en aquélla época. Después de eso me pregunté, ¿las mujeres solo son capaces de escribir
cosas de mujeres? ¿Es eso lo que hace la literatura femenina especial?
Virginia Woolf atribuye eso a que durante mucho tiempo lo único que una
mujer era capaz de vivir, y por lo tanto de escribir, es el hogar. Porque su
entorno estaba reducido al amor/marido/hijos, porque no salían a trabajar lo
que les permitiría abrirse a otras cosas/situaciones. Pero, ¿qué ha pasado con
los libros escritos por mujeres después de 1920?
Con respecto a literatura “moderna” femenina no tengo mucha experiencia.
Reconozco que leo en su mayoría libros de antes de 1900 y los que he leído de
después de la primera Guerra Mundial son casi en su totalidad de hombres. Sin
embargo una de las novelas que tengo siempre en la cabeza es Mrs Dalloway de Virginia Woolf, la cual
fue la primera a motivarme a leer mujeres más actuales.
Después de ella quise entrar en la literatura feminista, con libros de
Chimamanda Ngozi Adichie (muy de moda por cierto) o Gioconda Belli. De la
primera, Todos deberíamos ser feministas
no me gustó. Me pareció que no proponía nada nuevo con respecto a libros clave
del feminismo. De la segunda leí El
intenso calor de la luna, que a pesar que había escuchado maravillas de la
autora me desilusionó mucho. Es un libro que parte de buenas intenciones con
respecto a temas importantes para una mujer, envejecer, los hijos que se van,
la menopausia, etc, pero cae rápidamente en una serie de clichés insoportables.
Después de esto me desilusioné mucho y no quise seguir con la literatura
“feminista”. Pues por un momento olvidé que lo importante es escoger mis
lecturas por lo que me interesa saber y no porque son simplemente escritos por
mujeres.
Así que en el 2017 decidí leer sobre la Segunda Guerra Mundial, lo que me
llevó a la Primera Guerra y finalmente al Comunismo. Fue aquí que me encontré
con Doris Lessing y su Cuaderno Dorado (cabe
destacar que de los trece que leí sobre el tema solo éste fue escrito por una
mujer). De él puedo decir que es simplemente delicioso, un poco complicado,
pero maravilloso. El Cuaderno Dorado habla
sobre las mujeres libres, y como puede confundirse con libertinas; de mujeres
que decidieron no vivir bajo las convenciones de la época (después de la
Segunda Guerra Mundial), de mujeres que sufren por el amor, por educar a los
hijos, por intentar ser constantes en sus ideales (comunismo), por ser
independientes. Es un libro que me hizo sufrir y me frustró mucho, pero al
mismo tiempo amé. Porque el camino hacia la independencia intelectual,
económica y en el amor solo puede lograrse después de cometer muchos errores.
Después del Cuaderno Dorado volví a mis libros clásicos con Emily Brontë y Elizabeth Gaskell. Hasta que enero tuve
un maravilloso encuentro con La Storia de
Elsa Morante (1974). La Storia lo recibí
justamente durante mi periodo de Guerra Mundial y sin saber mucho de lo que iba
(además del resumen en la contraportada) me lancé a leerlo. En realidad creo
que no saber de qué trataba le dio mucho encanto pues lo iba descubriendo y alejándome de todo lo que había
imaginado.
La Storia está situada en Roma en 1941 y trata la
historia de una viuda, Ida, que es violada por un soldado alemán. Fruto de esta
violación nace Giussepe o Useppe… simplemente el niño más adorable de la
literatura (quizás más que Oscar en El
Tambor de Günter Grass). Sé que la premisa no parece muy alegre, pero como
gran parte se desarrolla desde los ojos de Useppe, se conserva ese toque
infantil e inocente que hace que todos los horrores de la guerra sean menos
violentos.
Lo interesante de ésta novela es que Elsa Morante no dio la voz principal a
Ida, sino a Useppe. Es cierto que es ella el hilo conductor, pero sus
preocupaciones y sufrimientos pasan a segundo plano… como quizás lo haría cualquier
madre. Con esto quiero llegar a mi primer punto, una mujer no debería forzarse
a que su personaje principal sea femenino con todo lo que esto conlleva. Por
ejemplo, yo me quedé muy sorprendida cuando Elsa Morante no da mucha
importancia a la violación de Ida, creo que hasta cierto punto estaba ofendida.
Pero después comprendí que ese no era su objetivo, ella no quería hablarnos de
los horrores que hicieron los soldados contra las mujeres, ella quería ir más allá.
Ella quería mostrarnos la Segunda Guerra Mundial desde los ojos de un niño. Y
es esto que cumple mi segundo punto, Elsa Morante escribe sobre la guerra; la
parte histórica, sus consecuencias sociales y económicas en Italia, los guetos
y campos judíos, la resistencia italiana (en su mayoría por comunistas) y un
sinfín de cosas. Porque Elsa Morante sitúa su historia, que parecería muy
cotidiana o insignificante, en un fresco histórico inmenso. No les digo más
para que corran a leerlo.
Con esto último me queda claro que una mujer puede escribir de todo, hasta
de temas que podrían parecer muy varoniles como la guerra. Y es con ella que
recuerdo otras mujeres, Isabel Allende o Elena Poniatowska, que escribieron sobre
la situación de su país en momentos históricos importantes. Sí, tal vez visto
desde los ojos de una mujer y si creo que eso los hace especiales. Porque la
magia de la literatura femenina no está en que me hablen de maridos y pañuelos,
sino en la forma percibir las cosas. Quizás
sea sensibilidad… quizás sea que aunque un día lleguemos a la igualdad de
géneros, no significa que hombres y mujeres seamos iguales.
Nos seguimos leyendo
Fotos:
http://www.rfi.fr/france/20140301-centenaire-14-18-femmes-travail-guerre-droits-8-mars-usines
http://paril.crdp.ac-caen.fr/_PRODUCTIONS/memorial/femmes/co/module_les%20femmes%20dans%20la%20guerre_24.html
http://www.appasseggio.it/index.php?it/108/catalogo-roadbook/catalogoroadbooks/32
Libros mencionados:
Très bien encore!
ResponderEliminar