2. Un romance clásico
Anna
Karénine
Léon (Lev) Nicolaïevitch Tolstoï
Paris, 13 de noviembre 2015.
Léon (Lev) Nicolaïevitch Tolstoï
Folio classique
ISBN 978-2-07-039252-0
858 pp.
Como muchas personas conocí
Anna Karénine por las películas, la versión de 1997 y la última de 2013. La
primera me dejó un amargo sabor de boca y una especie de repulsión hacia esta
mujer adúltera, que abandona a su maravilloso esposo por una aventura. Mientras
que la segunda me intrigó mucho. Primero por la forma en que está filmada, como
una obra de teatro con escenarios en cartón. Y segundo porque me di cuenta que
la historia de Anna Karénine no es solo la historia de la mujer que engaña a su
esposo, sino también una historia compleja, llena de personajes interesantes y
un paseo por la sociedad rusa de la época. Por eso, cuando en el reto había un
romance clásico y mi librera me recordó Anna Karénine, no dudé ni un minuto en
incluir este título.
Leer Anna Karénine me
permitió realizar un viaje por Rusia de finales de 1800, pero sobretodo de
conocer a Léon Tolstoï, su forma de escribir y a él mismo. A partir del momento
que comencé a leer el libro, supe que algo estaba cambiando en mí, que estaba
descubriendo a alguien que me dejaría huella para siempre.
Y ahora me doy cuenta que
reducir Anna Karénine a un libro de amor, lleno de princesas y bellos vestidos,
es como decir que el sol sirve únicamente para iluminar el día. Pues después de
todo la historia de Anna Karénine es solo el hilo conductor de muchas historias,
cada una más maravillosa que la otra. Es cierto que Anna Arkadyevna Karénine y
Alexis Alexandrovitch Vronsky tienen una apasionada historia de amor, pero creo
que al final fue lo que menos disfruté del libro. La historia me hizo recordar
tanto a Ariane y Solal de Bella del
Señor, la mujer que deja todo por el amor,
viven un tiempo felices y después llega ese punto de aburrimiento en
pareja, los celos y la desgracia. Creo que lo que más me fascinó de su historia
fue el final de Anna, mientras leía esas líneas mi respiración se detuvo por
unos instantes hasta exhalar fuertemente. Simplemente maravilloso como Tolstoï
describe ese momento.
Pero lo más interesante de
Anna Karénine es ese viaje por un país que yo no conocía, pues Tolstoï te
describe Moscú, San Petersburgo y la campaña rusa. Una de mis partes favoritas,
que se quedará anclada largo tiempo en mi memoria, es cuando describe el
trabajo del campesino. Su cansancio, su esfuerzo, su hambre y sus deseos de
terminar. Cuando leía eso fue como recordar pinturas de campesinos que alguna
vez había visto en el museo y así cada vez que vuelva a verlas, recordaré lo
que Tolstoï me hizo sentir.
Además Tolstoï le da voz a
cada miembro de la sociedad, los nobles, políticos, militares, terratenientes y
campesinos tienen su momento en el libro. Hasta los animales tienen voz propia,
tal es así que durante unas líneas me sentí perro, corriendo por el bosque en
búsqueda del pájaro a cazar, enojada porque mi amo no hace lo correcto y la
presa puede escapar.
Hay sobre todo un personaje
que hace de este libro una obra del realismo, Lévine. Creo que todos los que
hemos leído Anna Karénine sufrimos con el desamor de Lévine, con sus sueños
frustrados, luchamos en sus batallas por la igualdad de los campesinos e
intentamos entender cómo mejorar la vida de ellos. Nos enamoramos de él y de
Kitty. Viajamos con él haciéndonos preguntas de existencialismo. Intentando
saber quiénes somos y cuál es nuestro objetivo en la vida. Y lo más hermoso de
todo es saber en alguna forma Lévine es Tolstoï. Pues gracias a los pies de página
(adoro los libros con pies de página) te das cuenta que Tolstoï se basó en
varios hechos de su vida para escribir sobre Lévine, como es la forma en que le
pide matrimonio a Kitty, su relación entre él y el campo, su búsqueda de
ideales y de una fe. Encontré un artículo intitulado Lévine, el doble de Tolstoï que escribe mejor que yo esta relación Lévine/Tolstoï.
Y son todos los monólogos y la vida de Lévine que nos hacen adorar Anna
Karénine (aunque en su época lo criticaron por centrarse en Lévine más que en
Anna), pues al igual que Lévine todos queremos darle un sentido a nuestra vida.
Esta entrada la comencé el
13 de noviembre (todo mundo sabe lo que pasó el 13 de noviembre en Paris), en
ese momento quería terminarla con la sensación que me dejaron las últimas páginas
cuando Lévine encuentra finalmente el sentido a su vida. Los últimos párrafos son,
quizás muy simples para algunos, pero para mí estuvieron llenos de belleza que
hasta lloré de felicidad. Pues de alguna forma yo ya lo había encontrado y no
lo había valorado.
Pero después de lo que pasó en Paris, no tuve ganas de escribir, solo
pensaba e intentaba entender. He estado muy perturbada y con miedo, pero apenas
ayer me di cuenta que es justo eso que Lévine encuentra como sentido de su
vida, que puede ayudarme ahora a seguir. Y es eso mismo, mal interpretado, que
puede ocasionar tanto terror en el mundo. Creo que al final de todo Lévine tenía
razón, lo importante es encontrar esa paz y la respuesta a tus preguntas, pero guardarlo
para uno mismo.
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