El Principito

En algún momento se puso de moda en Facebook citar los diez libros que más te han gustado. Las listas eran muy variadas pues afortunadamente hay libros para todos los gustos. Sin embargo me sorprendió ver El principito de Antoine de Saint-Exupéry  en varias listas. Reconozco que ese libro nunca me había llamado la atención como para leerlo, pero estudiando francés mi maestro me prestó el libro.  Comencé a leerlo sin gran interés y con las primeras páginas tuve para formarme una idea errónea del libro. Así que rápidamente lo dejé a un lado y comencé a leer Zola. Quizás lo mío era más el naturalismo que la fantasía, pero ahora creo que mi cerebro de “gran persona” no me dejó descubrir la magia del cuento.
El tiempo pasó hasta ese famoso 26 de septiembre del 2014. En ese momento mi corazón estaba muy triste, recuerdo que caminaba por las calles pensando, llorando, intentando comprender cómo México había llegado a eso. Así fui a dar a las manifestaciones de mexicanos en el centro de Paris, estaba parada en frente de todos mis compatriotas, el viento helado me pegaba en la cara y mis lágrimas corrían por mis mejillas. Y creo que como muchos, me obsesioné por saber minuto a minuto lo que pasaba, pues tenía la esperanza de que los encontraran rápidamente vivos. Fue entonces que me encontré con una imagen del principito que decía: 
– ¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!
 Y un poco más tarde añadiste:
 – ¿Sabes?… Cuando uno está verdaderamente triste son agradables las puestas de sol.
 – Entonces, ¿el día que viste los cuarenta y tres atardeceres estabas muy triste?
 El principito no respondió.
Cuando leí esa frase mi corazón sintió caer en un vacío y una gran melancolía me invadió. Haber leído eso me motivó a finalmente leer el cuento, pero como todo lector siempre tengo libros en espera. Así el principito me espero algunos meses sentadito en su pequeño planeta, hasta hace unos días.
Mi marido y yo tenemos una costumbre, en ocasiones él suele leerme antes de dormir. Pero hace tiempo no lo habíamos hecho y para recobrar esa buena costumbre decidimos que me leería El Principito. Comenzamos con la historia de la boa y el elefante, tengo que reconocer que al ver el dibujo lo primero que pensé es que más bien parecía un sombrero. Después de todo soy una gran persona ahora. La historia continuó y nosotros conocimos al principito, su planeta B 612 con sus baobabs y sus tres volcanes. Descubrimos el cotidiano del principito y su rosa orgullosa y vanidosa. Emprendimos el viaje del principito a través de otros planetas y conocimos al rey, al vanidoso, al borracho, al hombre de negocios, al farolero, el geógrafo,  hasta llegar al planeta tierra. Donde me enamoré del personaje del zorro, creo que fue él quien me domesticó y comencé a entender el sentido del libro. Aún ahora pensando en el zorro, lo veo observando los sembradíos dorados por el sol, creyendo y esperando que el principito regresará.  Y al igual que el principito entendimos que puede haber mil rosas en el mundo, pero solo hay una especial, aquella a la que le dedicaste el tiempo. Así nos despedimos del principito que decidió regresar a su planeta para ocuparse de su rosa. Y al igual que el aviador seguimos escuchando su risa inocente al ver las estrellas. Cuando cerramos el libro me sentí triste, melancólica, al saber que ese pequeño personaje no existe y que nunca sabré si regresó con bien a su planeta y si el borreguito no se comió la rosa.
El cuento me gustó mucho, pero no entendí porque a tanta gente le ha marcado ese cuento (es el segundo libro más traducido y leído en el mundo después de la biblia). Me puse a buscar la “filosofía del principito” para saber si me había perdido en el camino y no había captado algo. Entendí que es un libro escrito en plena segunda guerra mundial y que está lleno de alegorías a esa época, que más que un cuento de niños es un cuento que habla de las relaciones humanas y principalmente del amor. Que hay que conocer un poco la vida de Saint-Exupéry para entender lo que quiso decir con cada uno de sus personajes. Pero pensándolo ahora, creo que la magia del principito no radica en el “mensaje oculto” sino en la pureza del personaje. En eso que las grandes personas ya no entendemos, que desgraciadamente hemos perdido. 

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