Los bouquinistas de París

Hoy  por la mañana, por obligaciones administrativas, me encontré caminando al largo del Sena. Fue a horas donde París comienza a despertarse, algunos turistas hacen la cola en Notre Dame y en general el muelle se encuentra vacío. Solo pueden verse esas pequeñas cajas verdes suspendidas de las bardas.


Esas cajas forman parte de  una gran librería al cielo abierto, de ahí su nombre “Les bouquinistes” (bouquin=livre=libro). Esta librería forma parte del patrimonio mundial de la humanidad de la UNESCO. Son 240 cajas verdes que se extienden a lo largo de tres kilómetros sobre el Sena, desde el Pont-Marie al Quai du Louvre del lado derecho y del Quai de la Tournelle al Quai Voltaire en el lado izquierdo. Les bouquinistes forman parte del paisaje parisino, participan a su encanto y constituyen una animación, atracción cultural, patrimonio literario e histórico único [1].  


Recuerdo que la primera vez que vine, mi maestro de francés me dijo que tenía que pasar tiempo hojeando libros al largo del Sena. Así que en ese primer año caminaba maravillada viendo los libros (normalmente raros y de segunda mano), pensando en que ese era el París de las películas. Sin embargo con el paso de los años se han ido fundiendo en el panorama y perdido ese encanto que tuvieron un día para mí. Lo peor es que esto está pasando para mucha gente. Cada vez se ven más llaveritos y menos libros, porque los turistas no buscan libros sino recuerditos. Hay otras tantas que están cerradas y otras llenas de “pinturas” parisinas.
Y fue justamente hoy en la mañana, cuando una sola caja estaba abierta, que realmente observé que solo había recuerdos de Paris; postales, llaveros, tazas, portavasos y muchas otras tonterías, pero ni un solo libro. Eso me entristeció, porque pensé que por esa librería habían caminado tanta gente tratando de encontrar el libro raro o en su idioma, como Hemingway. Porque durante mucho tiempo solo ahí se encontraban libros, porque esa librería es parte de la historia de París y hoy se está perdiendo.


No culpo a los bouquinistas, ellos tratan de vender para vivir, más bien a los turistas que prefieren llevarse una Torre Eiffel de 30cm que un libro como recuerdo o a los parisinos que preferimos ir a las librerías porque los boquinistas son para turistas.
Con esto quisiera invitar a todos aquellos que pasen por París a darse un tiempo viendo libros, a comprar uno y guardarlo como un recuerdo de su visita. Es una forma de sentir la magia de París que tantos otros han intentado plasmar.



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